Actualmente en Chile sólo existe una ley relacionada a la violencia patriarcal hacia las mujeres, la ley de VIF (Violencia Intrafamiliar) la cual según datos publicados por la Red Chilena Contra La Violencia Hacia las Mujeres, cuenta con un promedio de 130.000 denuncias al año. Esta ley que cuenta con innumerables falencias y vacíos, se ha convertido en el único instrumento legal para las mujeres que buscan frenar y denunciar los malos tratos y agresiones, no obstante sólo se enfoca en el ámbito doméstico. Denunciar por esta ley fue el camino que tomó Catalina Montoya, quien es una de las muchas mujeres que ha tenido que lidiar con el largo y tedioso proceso legal lo cual se ha visto agudizado debido a que el agresor ejerce un cargo público.
No son pocas las denuncias por VIF (violencia intrafamiliar) que han involucrado a funcionarios públicos como ejecutores de esta. Últimamente han vuelto a resonar nombres como Álvaro Ortiz, alcalde de Concepción, condenado en el 2010 por VIF o Ricardo Fuentes, alcalde de Hualqui denunciado por sus propias hijas de VIF en el año 2012, llamándonos a cuestionar los resultados del proceso legal que se emprende cuando existe una denuncia y una comprobación de esta denuncia, lo cual no ha impedido que estas personas ejerzan cargos de carácter público, sin que el descontrol, agresiones y violencia que han practicado contra sus parejas sea considerado peligroso.
Estamos hablando de hombres que no son capaces de controlar sus impulsos violentos, ni siquiera en un ámbito doméstico, donde suponemos existe un nivel de afecto de por medio. ¿Qué evitaría que estos hombres ejerzan violencia contra otra mujer en su contexto laboral?
EL COMIENZO
Catalina actualmente de 34 años vive en Nacimiento, ciudad a la cual llegó para resguardar su integridad y la de su hija luego de llevar a cabo un largo proceso legal en contra del padre de su hija menor, quien la agredió física y psicológicamente por 4 años.
Catalina conoció a Javier Nicolás Torres Muñoz, luego de una larga relación anterior. Pensando en darse una nueva oportunidad afectiva comienza una relación con este psicólogo de profesión, que duró 4 años y que poco a poco se fué transformando en una terrible experiencia, debido a las constantes humillaciones y maltratos psicológicos que debió enfrentar.
Tuve relación de 4 años con el, una relación intermitente de un constante ir y venir por constantes hechos de violencia psicológicas, sobre todo. El es psicólogo de profesión y también utilizó esos conocimientos para manipular muchas situaciones en mi vida cotidiana, desde la forma en que yo me peinaba o la forma en que yo me vestía. Empecé a sentir que no era suficiente para que él me mostrara a su familia o a sus amigos como pareja»
Catalina Montoya
La situación de vulnerabilidad en la que comienza a sumirse Catalina, se ve agravada cuando queda embarazada por primera vez de Javier, un embarazo que vive en soledad y tristeza, ya que el agresor cuestionó constantemente su paternidad aludiendo a que la joven no era «digna de ser madre de un hijo suyo». Este embarazo resulta en una dolorosa pérdida, la cual enfrentó con la ayuda de su familia y con la ausencia absoluta del padre del bebé.
Luego de un tiempo, el psicólogo se acerca nuevamente a Catalina mostrandose «profundamente» arrepentido por su actuar anterior, esto convenció a la joven de que podía existir un cambio, por lo cual volvió a vincularse con él. Sin embargo los maltratos no cesaron y fueron cada vez llevándola a un estado de mayor vulnerabilidad. Pronto queda nuevamente embarazada de su hija menor.
Catalina se ve envuelta en una pesadilla en la cual va transformando sus deseos, sus gustos, sus formas de ser, hasta terminar convencida de que su persona no era suficiente para cumplir con las «exigencias» de este «gran señor de la alta alcurnia», quién no dudaba en proporcionarle insultos y expresiones racistas y clasistas, logrando poco a poco anular y dañar profundamente la autoestima y amor propio de Catalina.
Mi autoestima quedó dañada, entré en una especie de paranoia de no saber si podía llegar a mi casa segura … hay unas palabras que le me dijo en una oportunidad mientras yo estaba con mi hija en brazos, dijo que yo era una negra inferior, una mestiza de mierda, una india ordinaria, que era una sucia, cochina hedionda, entre muchas cosas más. Ahí te das cuenta cuando estas vulnerada, porque yo no sabía que responder en otras circunstancias quizás con otras persona yo me habría sabido defender, pero con el me bloquee y llore, no supe qué hacer»
Catalina Montoya
LA DENUNCIA
Catalina, gracias al apoyo de un amigo gay, había comenzado a cuestionar su estado emocional y de vulneración, conversando con él se da cuenta de que existe una manipulación emocional que la mantiene en constante humillación y debilidad. Al identificar la violencia que sufría, comienza a generar denuncias por la ley de VIF, de las cuales 4 fueron desestimadas, hasta que se materializa finalmente una agresión física que la lleva a realizar la 5a denuncia por maltrato físico ante los Tribunales de Familia de Viña del Mar.
«Yo hice todo lo que me dijeron que tenia que hacer y finalmente el 13 de abril me arroja al suelo, porque le pedí que no ocupara su celular dentro de mi casa, ya que él grababa escondido en mi casa, de hecho fotografías que fueron tomadas de esa manera las subió incluso a una causa proteccional para quitarme a mi hija, alegando que mi casa estaba en mal estado de higiene y cosas así» nos relata la joven. Aquel día Javier luego de la discusión comienza a forcejear con ella, y posteriormente decide empujarla y lanzarla al suelo. Esta situación es observada por una mujer que trabajaba en casa de Catalina, quien se transforma en la testigo que ratifica el hecho, la joven establece que si ella no hubiese visto la situación nuevamente no le habrían creído.
«Yo me encontraba en un estado de vulnerabilidad emocional, porque acababa de tener a mi hija que tenia 1 mes y medio aproximadamente, pero las denuncias que yo hacía el mismo tribunal las desestimó, ellos te incitan en campañas públicas a que denuncies, pero esas denuncias llegan a los tribunales y ellos mismos las desestiman o te dicen hagan una terapia de pareja, no como debería ser con las medidas de protección que corresponden para las mujeres, porque desde una agresión verbal hasta una agresión en golpes es muy poco el lapsus que puede suceder»
Catalina Montoya
En esta ocasión Javier Torres, sí es condenado por VIF y obligado a pagar una multa, así mismo el Tribunal otorgó una orden de alejamiento por el lapsus de un año, en el cual el agresor no podría asistir ni al trabajo ni al domicilio de Catalina, pero que sin embargo no le impedía acercarse a la niña. «En esto igual te vulneran a ti, porque dónde va a llegar el a ver a su hija si es una bebe de 1 año y medio… El Tribunal dice, ya perfecto no se puede acercar a usted entonces que la saque de la casa y en eso que la saca de la casa tu no sabes que le ocurrirá a tu hija. Muchas veces una accede a que ellos entren a tu casa, una se deja de lado para que tu hija esté segura».
EL PROCESO
Para salir de esto una debe darse cuenta de donde esta, a mi me costó mucho darme cuenta que en la relación en la cual yo estaba no era normal, me costó demasiado darme cuenta. Y cuando tomas la desición de salir de ahí se te viene mucho encima, el miedo constante a las represalias, de él y su familia. Luego empieza el tira y afloja con la niña, si eres mala o buena madre, si tienes trabajo estable y cosas asi. No puedes vivir una maternidad tranquila, no siendo juzgada, no teniendo que demostrarle a nadie como eres como mamá»
Catalina Montoya
Durante el largo proceso Catalina emprende un recorrido por gran cantidad de instituciones, es así como comienza un tratamiento psicológico por medio del SERNAMEG, para lograr lidiar con todo el peso emocional que le significó no sólo la relación con este agresor, sino también la exposición constante de su vida maternal a una constante evaluación institucional.
Catalina nos relata que la defensa de Javier Torres, comienza una seguidilla de apelaciones para anular la condena por VIF dictada por el Tribunal de Familia.
Según Catalina, cada una de estas apelaciones significa una espera de 4 meses aproximadamente, que finalmente pueden variar las condenas y medidas de protección con las cuales busca estar a salvo. Es así como la defensa del agresor presenta un recurso de protección para acceder a visitas para ver a la pequeña hija que tienen en común, hecho que ha nuevamente expuesto a Catalina a estar en contacto con su victimario, por lo cual decide abandonar su familia y amigos en Valparaíso para radicarse en la ciudad de Nacimiento donde actualmente busca tranquilidad.
Yo donde me vaya tengo que darle mi dirección porque tenemos una hija en común, para que el pueda ir a visitarla lo cual es un vacío legal enorme, es agotador, en la misma página de fiscalía dice que tu puedes tomar medidas de autoprotección como cambiarte de domicilio de región, no decirle al agresor donde estas, pero eso cambia cuando hay un hijo. yo lo único que espero es que la justicia me proteja y proteja a mi hija»
Catalina Montoya
Otro hecho grave que afectó profundamente a Catalina, fué la exposición pública de su hija por medio de diversos videos generados por Javier Torres, en los cuales hacía alusión a los «obstáculos» que le impiden ver a su hija, videos en los cuales se dirige a la menor directamente con su nombre y en los cuales se muestra como una «víctima» de las consecuencias legales de su propio actuar, «Osea si eres psicólogo, ¿cómo no vas a resguardar la salud psicológica de tu hija? eso no es legislado por nadie. He ido a la PDI, a la OPD a presentar estas situaciones y ¿de qué manera yo protejo a mi hija si él la expone públicamente a eso? lo único que me responden es que ese material no lo ven aca»
PROCESO ADULTOCÉNTRICO
Estos procesos legales son fuertemente cuestionados por las víctimas de violencia patriarcal, es entonces cuando aparece un nuevo tipo de agresión que responde a lo que la Red Chilena Contra la Violencia Hacia la Mujer define como «Violencia Institucional»:
La Violencia Institucional, corresponde a las manifestaciones de violencia patriarcal al interior de instituciones, tanto públicas como privadas. El Estado y sus aparatos son unos de los principales productores y reproductores de este tipo de violencia. El poder Judicial, Legislativo y Ejecutivo, son sostenedores de políticas públicas deficientes, del no reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y de un actuar negligente cuando se trata de garantizar vidas libres de violencia para mujeres y niñas»
Red Chilena Contra la Violencia Hacia Mujeres y Niñas
Precisamente en este punto Catalina se detiene a reflexionar sobre el poco cuidado que existe en estos procesos legales en relación a la integridad física y psicológica de los menores, quienes se ven expuestos a visitas establecidas por los tribunales, sin considerar el riesgo que significa que un agresor esté al cuidado de una niña, niño, o niñe, cuando en muchos de los casos, incluso no existe un vínculo de afecto de por medio.
La joven siente que hay mayor preocupación por las personas adultas, que por los menores y define el proceso como adultocéntrico: «Por ejemplo entregando a una menor a un hombre que no conoce con el cual no tiene un vínculo, estar 7 horas con alguien desconocido, obligando a que genere este vínculo de un dia para otro… recuerdo que un juez del Tribunal de Familia de Viña del Mar me dijo que solo bastaban dos fines de semanas para que este vinculo se generara!
Frente a este punto Catalina opta por interponer otra medida de protección, con la cual busca que Javier pueda ver a la niña en otro lugar, que no sea su casa, pero luego de un tratamiento psicológico que demuestre que este hombre está habilitado para estar a cargo de una menor, sin embargo el condenado rechaza someterse a estos peritajes estableciendo que él «no tiene problemas psicológicos y que no realizará ninguna terapia».
LAS INFLUENCIAS DE LOS CARGOS PÚBLICOS
Javier Torres, quién agredió física y psicológicamente a Catalina durante 4 años, ejerce como psicólogo laboral en el Hospital de Curacaví, esto no tendría importancia si es que las instituciones públicas en las cuales trabajan agresores, tomaran medidas frente al peligro que significa tener ejecutores de violencia machista trabajando en sus dependencias.
Pero la violencia machista está lejos de considerarse agravante por las autoridades institucionales. Curioso resulta en este caso, un oficio presentado en una audiencia por el Hospital de Curacaví y firmado por el propio director de dicho establecimiento Francisco Muñoz, en el cual no solo respalda profesionalmente al agresor,sino que también alude a una visita de Catalina al Hospital, cuando está luego de haber perdido a su primer hijo con el condenado se le acerca en busca de explicaciones ante su vergonzoso actuar, durante la cual no se genera ningún tipo de violencia.
Este irresponsable acto deslegitima profundamente a dicho Hospital, que bajo el mando de (suponemos) «profesionales competentes», se arriesga a establecer dicho respaldo, sin esperar una respuesta legal contundente que compruebe o desestime las acciones que llevaron al individuo en cuestión a ser denunciado ante la justicia.
Actualmente Javier Torres, condenado por Violencia Familiar, se mantiene en su puesto de trabajo, pese a que los hechos concretos establecen en él un perfil violento, racista y clasista, que sin embargo para dicho Hospital no significan un impedimento para que el agresor continúe en contacto directo con cientos de personas que acuden ahí en busca de trabajo.
El MENSAJE DE CATALINA
Catalina busca difundir su caso para así llegar a muchas más mujeres que están viviendo situaciones similares. Su fortaleza es la prueba de que todas y todes son capaces de salir y poner fin a las relaciones que nos mantienen en sumisión a partir del amor romántico y la heterosexualidad obligatoria, que tanto daño ha hecho a las mujeres durante la historia.
Para las mujeres que están en mi misma situación primero les digo que si se atreven a denunciar, no tengan miedo de hacerlo, porque es un proceso cansador en lo psicológico sobre todo y en lo emocional, pero tienen que seguir hasta el final. Si hacen una denuncia no la quiten que no lleguen a una «solución colaborativa» con sus agresores, lleguen hasta el final. Si no logran comprobar que han sido maltratadas, eso no quiere decir que esas personas no hayan sido agresivas con ustedes, porque no siempre logran demostrarlo. Protéjanse, creen una red de apoyo, porque quizás nadie va a hacerte recobrar tu autoestima, pero sí el saber que se ha hecho justicia, calma tu dolor»
Catalina Montoya
Catalina también quiso enviar un mensaje a todas las mujeres que por trabajo asumen las defensas de agresores y femicidas: «A las abogadas de estos hombres les digo todas somos mujeres, yo no puedo lograr entender como hay mujeres que empaticen con este tipo de agresores, yo comprendo que es una profesión y que todos trabajan por dinero pero tienen que tener ética».-