A 47 años. Nuestra memoria; fuente de vida y resistencia

Por Esperanza Aurora
Historiadora Feminista

Cada nueva conmemoración del siniestro Golpe de Estado y el inicio de la larga Dictadura cívico-militar nos estremece y nos hace volver a mirar, conocer, develar y aprender de nuestra historia, sobre todo, cuando las ideas y prácticas impuestas durante ese período siguen tan vigentes: nos encontramos sometidxs constantemente a una precarización de la vida, a una brutal represión -como forma de castigo ante la insolente Revuelta Social iniciada en octubre- que ha mutilado, torturado y que mantiene a más de 2.500 compañerxs presxs o procesadxs y que nos tiene a las puertas de un plebiscito que pretende restituir legitimidad a la institucionalidad burguesa.


En este camino, que ya parece haber sido recorrido, aparece con más urgencia el debate sobre las memorias, sobre qué, a quiénes y por qué recordar, entendiendo las memorias como un alimento central en la construcción de proyectos políticos emancipatorios, en tanto dota de sentido e historicidad nuestras actuancias, tema de especial atención para las mujeres y el movimiento feminista.

Para nosotras, el conocer nuestra historia, nuestra memoria se ha vuelto una tarea fundamental, pues como señala Margarita Pisano, “Las mujeres vagamos por un espacio desconocido para nosotras, es muy difícil hacer historia cuando no tenemos historia”.
Durante la década de los 90´s, el proyecto transicional canalizó a través de la historia oficial una historia ya cerrada, en la que prima la mirada que responsabiliza a todos los sectores políticos y populares de haber provocado el Golpe de Estado (una historia de empate) y que afirma que el retorno a la democracia se consiguió con un “lápiz y un papel”, mirada que se sustenta en el silencio, en el olvido, en no mirar hacia atrás y en construir un futuro de “paz y consenso”.

Por otro lado, y contraviniendo esa mirada, aparecen las memorias provenientes, principalmente, desde la izquierda, colocando el énfasis en los movimientos sociales y populares, en las acciones de la lucha armada, entre otros.
Sin embargo, las mujeres seguían sin aparecer o si lo hacían era muy de soslayo, como individualidades (excepción que confirma la regla), en un rol eminentemente subsidiario, “acompañando” y no protagonizando los procesos sociales. Es así que hubo que esperar aún más tiempo para que estas memorias emergieran, y cuando lo hacen se entrelazan con una demanda de las mujeres por saber nuestra historia, pues teníamos claro que no era ausencia, sino invisibilización lo que teñía sus actuancias, y cuando emergen, se vuelven doblemente problematizadores, pues tensionan la memoria oficial y las memorias de izquierda.

El encontrarnos con esta historia, nos lleva a pasar desde las más crueles prácticas de la dictadura, hasta la solidaridad, creatividad y valentía organizativa que levantó un sinnúmero de organizaciones antidictatoriales protagonizadas por miles de mujeres, en un acto de profunda desobediencia al poder dictatorial y patriarcal.

Cuando emergen estas memorias, nos dimos cuenta que no había que buscarlas, solo, en los lugares que la política masculina ha determinado como importantes o fundamentales, sino que nos invita a politizar los espacios considerados como naturales y a-históricos, en los que las mujeres han sido centrales, tales como, las relacionadas con el abastecimiento, con las ollas comunes, con la búsqueda de familiares detenidos, en la defensa de la vida, en las relacionadas con la reproducción de la vida, entre otros. Es encontrar nuestra historia de lucha, ya no solo, en el enfrentamiento directo contra las fuerzas policiales o militares del Estado capitalista, sino también en la lucha por el cambio en lo privado-doméstico, entendiendo esas relaciones como profundamente políticas y claves en lograr un cambio social.

Esta historia de solidaridad, de complicidad, de valentía, de unión (no exenta de profundas tensiones), es lo que debemos rescatar y traer al presente, entendiendo que “las memorias, son espacios de lucha política, en los que cada generación crea y recrea, se reconoce en un “nosotras”, en la inauguración de genealogías femeninas y feministas. En estos espacios de lucha, los trabajos de la memoria se tornan fundamentales para las mujeres”¹

Este encuentro con la memoria toma mayor relevancia, toda vez que nos encontramos con una emergencia y masividad del feminismo, que demanda y necesita saber de nuestra historia: qué hicimos, dónde estuvimos, qué pensamos, cuáles fueron nuestras propuestas. Y esta memoria debemos disputarla y construirla con un sentido emancipatorio, pues de lo contrario, seguiremos asistiendo a la práctica del recordar por recordar, del rescatar mujeres como un elemento compensatorio o aditivo a la historia masculina, práctica promovida por una mirada comercial y superficial que se traduce en libros que nos muestran biografías de importantes mujeres, sin ningún tipo de análisis, mezclando, por ejemplo, a Margaret Tatcher, Michelle Bachelet con Violeta Parra, despolitizando todo un esfuerzo de mujeres luchadoras e historiadoras, que han intentado dotar de politicidad nuestras memorias.

Debemos elegir a quién y cómo recordar, pues es esencial el rescate de las mujeres como movimiento social, cómo dice Julieta Kirkwood, no se trata solo de recuperar nuestra memoria como afirmación personal, individual, sino como afirmación social, pública, política (aun cuando, reconocemos el valioso aporte de mujeres activadoras, gatilladoras).

Hoy más que nunca esto toma profunda relevancia, cuando vemos emerger las ollas comunes, cuando vemos a las mujeres organizando y activando en todos los espacios y nos damos cuenta que la memoria se traspasa…

Es nuestro deber levantar, difundir, escribir, animar a escribir esta historia. Es nuestra genealogía, es nuestro no estar solas, es no empezar constantemente de cero, es obtener aprendizajes que nos sirvan para nuestros proyectos de cambio social… es nuestro homenaje a todas las que nos antecedieron.

Septiembre, 2020

¹ Hermina di Liscia, María. “Género y Memorias”. La Aljaba. Segunda época. Volumen IX. 2007. p. 162.

Fotografía de Portada, archivo La Zarzamora, 31 de Octubre 2019, Gran Marcha Biobio

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